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Palabras Pronunciadas por la Dra. Carmen Belén Guarata, Juez Rectora y Presidenta del Circuito Judicial Penal, en la Gran Sesión Solemne de Apertura de las Actividades Judiciales del Año 2006, en el Estado Sucre:

Damos la bienvenida a todos los que han tenido a bien acompañarnos en este acto de Apertura al año Judicial en el Estado Sucre, a jueces, juezas, secretarios y secretarias, asistentes, alguaciles, fiscales, Defensores Públicos, abogados, público en general e invitados especiales, a mi madre, a mi hijo y vaya el reconocimiento especial al Magistrado LUIS ALFREDO SUCRE CUBAS del Tribunal Supremo de Justicia que nos honra con su presencia, ante lo cual, en condescendencia con su gentileza, en nombre del pueblo de Sucre, los declaramos huésped de honor de Cumaná y de nuestro Estado, cuyo nombre evoca la fama y reputación del gran hombre de América, Mariscal Antonio José de Sucre.
Decía el afamado filósofo y poeta JORGE LUIS BORGES, que todo hombre es un descubridor.
Al nacer descubrimos con asombro un mundo nuevo para nosotros. Cosas que hoy pasan tal vez desapercibidas, ayer no más nos llenaron de asombro, como la luna, el omnipresente sol, la majestuosidad de los mares, los laberínticos ríos que según Heráclito nunca son los mismos, es, en fin, el majestuoso mundo de la naturaleza lo que nos asombra y a veces nos abruma cuando decide caprichosamente salirse de sus cauces; Pero también está el otro mundo, no menos majestuoso, intrépido y misterioso, que nos interpela y desafía nuestra imaginación con sus reacciones no menos bruscas. Hablamos del universo social, ese que los hombres hemos venido construyendo con penoso esfuerzo, no exento de yerros y graves equivocaciones, desde que el hombre habita con insolencia estos parajes.
Fiel al mandato divino, nos hemos dado a la tarea presuntuosa, necesaria y vital y nada fácil de ser dioses en este anchuroso mundo que Dios creó. Desde que tenemos memoria sabemos que el hombre en su afán creativo y perfeccionista, comenzando por la cultura griega o mucho antes todavía, ha modelado hasta hoy, diferentes y diversos mundos sociales como órdenes que permiten la convivencia humana. Como todo experimento, esa tarea y misión no ha estado exento, como dijimos, de grandes yerros, y más bien, en cada intervalo histórico, no han faltado los holocaustos que han puesto a la civilización o hasta lo ahí hecho, a punto del desfallecimiento, la agonía y la propia extinción.
Pues bien, así como el hombre ha ideado y creado objetos sofisticados y mortales, ha tenido que crear sistemas de organización social que busquen asegurar el orden y la convivencia entre todos los hombres, uno de cuyos ámbitos ha sido y es, el sistema que rige la justicia de un país, proceso que data de antiquísimas costumbres, construido a través del fatídico, pero imprescindible método del “ensayo y error”, en ese afán del hombre de no contentarse ni resignarse nunca con lo hasta ahora hecho por otros, cuyo origen más remoto lo ubicamos en aquel nunca olvidado y desaplicado sistema de ojo por ojo y diente por diente.
Este afán congénito, a veces desmedido y cruel del hombre por hacerse justicia, como sabemos, pasó de las manos privadas a lo público, por cierto, uno de los grandes progresos e inventos de la civilización, que no es menor a otros que se han modelado en el campo de las ciencias, pero este afán atávico hoy persiste con gran ímpetu aunque cobijado con ropaje nuevo. Tal vez sea uno de los nervios vitales de las civilizaciones que nunca morirán: el deseo entrañable de hacerse y hacer justicia, y la búsqueda interrumpida por mejorarla y adecuarla en armonía con los tiempos que se viven, en correspondencia con las demandas elevadas que siempre estarán haciendo nuestras sociedades en ese derrotero por mejorar y reconstruir de mejor manera lo existente.
Aunque no es con recriminaciones a lo ya acontecido como se hace la historia, siempre es loable la mirada retrospectiva que nos haga ubicar donde estamos y por qué estamos en el lugar que estamos, para que sirva de acicate para impulsarnos a lugares más altos de civilización.
En Venezuela antes estábamos en el medioevo en cuanto a la marcha, calidad de los procesos, infraestructura y de las leyes que regulaban la materia de la justicia. Hoy son cenizas en nuestra memoria- aunque no debería ser- los recuerdos de aquel, por ejemplo, anacrónico código que regulaba el proceso penal venezolano, como también aquellas sedes desperdigadas y hacinadas de los tribunales, con sus vetustos archivos y carencia total de sistema de información sistematizada y electrónica, con lo cual el sistema judicial venezolano no parecía, sino que era la cenicienta del sistema político o institucional del país.
Mucho se ha hecho al respecto, se continúa haciendo y se tiene proyectado hacer por quienes hoy asumen la responsabilidad de la conducción y organización del sistema judicial venezolano. No estamos como estábamos antes, gracias a Dios, mostrando la flacidez de nuestra vergüenza y nuestro atraso, lo cual iba en detrimento de la calidad del servicio que se prestaba a la colectividad.
Hoy día todos los tribunales laboran baja la égida del sistema informático, lo cual contribuye a la transparencia de los procesos, la organización, la eficacia y eficiencia del sistema judicial venezolano, muestra de ello son la cantidad de resoluciones emanadas del Circuito Judicial Penal, Sede Cumaná y extensión Carúpano, las cuales son los siguientes:
1.-En el Circuito Cumaná, ingresaron en el año 2005 la cantidad de 10.990 asuntos, y fueron dictadas 8900 resoluciones judiciales.
2. En el Circuito penal Extensión Carúpano, ingresaron 4229 y se publicaron la cantidad de 9229 resoluciones, datos que se pueden verificar a través del Sistema Juris 2000, y en el portal de la página http://sucre.TSJ.GOV.VE.
Se ha avanzado mucho en la infraestructura física de la sede donde funcionan los tribunales del país. Sin embargo, a pesar de ello, se tiene proyectado mejorar lo existente con la creación de las ciudades judiciales, merecido reconocimiento también para el Magistrado LUIS VELASQUEZ ALVARAY.
Distinción especial merece la nueva organización del sistema judicial venezolano, a cuya cabeza se encuentra el propio Tribunal Supremo de Justicia, que lo administra a través de la figura delegada de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, con lo que el sistema gana, no solo solidez, sino preeminencia en el concierto de las instituciones del país.
El sistema de selección de los jueces y juezas de la República cada día se institucionaliza a través del sistema de concurso público, dejándose atrás la política que tanto daño ocasionó otrora al país, como el amiguismo, compadrismo, padrinismo, partidismo o simplemente corrupción en el sistema de selección de los operadores principales del sistema judicial venezolano.
También se ha dotado-y esto no es lo menor- de un conjunto de leyes al sistema judicial venezolano en la proa de actualizar y modernizar el andamiaje legal, en cuyo fundamento se centraliza la actividad jurisdiccional, incluyendo la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que ofrece una pléyade de principios y derechos para la realización y desarrollo de un Estado social de derecho que busca materializar los postulados de equidad y justicia, como baluarte y fundamento último de los derechos humanos.
Todavía, obviamente, hay mucho por hacer en ese tránsito interrumpido por mejorar y superar el mundo existente, sueño inacabable del hombre: el sueño de dejar atrás lo anacrónico.
El tiempo, que se comporta con usura, nos retrata no solo como descubridores sino como artesanos del porvenir que de inmediato se asoma en el horizonte. Nos damos cuenta que no solo nacemos con ansias de ser descubridores sino que también viene aparejada con aquella facultad, el deleite de ser inventores de un mundo mejor. Dijo el filósofo OCTAVIO PAZ: quiero legar mi sueño de soñarme en un país donde la injusticia sean cenizas en mi memoria.
Ese sueño nos impulsa a no contentarnos jamás con lo que somos ni con lo que hemos creado. Queremos romper el molde con lo que hemos hecho nuestros artefactos sociales, y en tanto eso, somos todos revolucionarios, a la par de descubridores e inventores. Pero romper el molde no es tomar una carretera de una sola dirección, ni rectilínea, ni siempre son cómodas las velocidades con que hay que tomarlas, ni todo el mundo tiene los nervios de acero que a veces se requiere para evitar el vértigo.
Precisamente, muchos de los avances sociales con que la humanidad nos ha deparado, se han modelado por senderos encumbrados, llenos de peligros y en cuya superficie parecieran que se abrieran precipicios. No todo el mundo quisiera marchar por esos derroteros que parecieran infranqueables, mucho menos cuando las sociedades tienen siglos de modorras y están acostumbradas a andar a la comodidad de los dos pies, en comparación con las exigencias de un mundo en fermentación que exige la velocidad supersónica y los cambios bruscos en armonía con un mundo que siempre se está reconstruyendo y desconstruyendo sin cesar.
Los avances del sistema judicial venezolano están unidos a ese mundo social que se está haciendo y rehaciendo sin parar. Tenemos que acostumbrarnos a ello y adquirir conciencia que somos criatura social y política de ese mundo que se agita sin cesar y que no duerme ni se detiene, ni cuelga los guantes de ir siempre adelante como es la marcha irrefrenable del tiempo y del universo.
De esta manera optimista y con fe en los tiempos que corren, declaramos la apertura del año judicial en el Estado Sucre. Que Dios nos bendiga en la tarea que el Estado nos tiene asignada: la de legar al porvenir no solo el sueño de una mejor justicia, sino la deleitable sensación de vivir ese sueño.

Muchas gracias.

CARMEN BELEN GUARATA




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